No. No voy a hablar de Ismael Serrano ni de los habituales del Libertad 8. Sólo faltaba. Los líderes de la nueva canción protesta, los más frescos del pop a la izquierda y también los más rápidos, efectivos, eficaces y eficientes son Grande-Marlaska, el grupo antes llamado Garzón hasta que el juez de marras en un ataque de egolatría dijo que nanai y ellos encontraron un nuevo superjuez en Grande-Marlaska, que el verano de 2006 (cuando pasó todo esto) andaba revolucionando la Audiencia Nacional.
Ahora acaban de publicar disco, "El momento de hacer" (te lo puedes bajar enterito en http://www.superjuez.com), que de verdad merece la pena, porque tienen cosas que decir, porque las dicen y porque las dicen bien. Y porque son los que mejores estribillos y la-la-las tienen ahora mismo. Pueden gustar a niños y grandes y en su repertorio (no en este trabajo) tienen una frase que tiene mucha más ideología que todos los sesudos planteamientos de los cantautores autoproclamados revolucionarios:"¿Qué es lo que vigila tu libertad?".
Aquí empiezan con un medio tiempo, aunque con idéntica disposición: "Llegó el día, escoged la posición; llegó la hora: despertad, es el momento de hacer". No hay "ora et labora". Sólo de lo segundo, y adiós a la palabrería.
Víctor Lenore ha escrito siete razones para hacerles caso, de las que sólo rescataré dos para no alargarme demasiado:
"2) Es un grupo digno de sus influencias: Violent Femmes, Beat Happening, The Go-Betweens, Television Personalities, The Feelies, La Polla Records, The Wedding Present, Phil Ochs... Casi nada. ¿Cuántos artistas (de aquí o de fuera) pueden decir eso?
3) Han conseguido quitar telarañas al término "pop político". No escriben eslóganes ni arengas sobre causas con las que todos estamos de acuerdo. Siguiendo la tradición de The Smiths, Housemartins o McCarthy deshacen fronteras entre lo público y lo privado. No es que hagan un esfuerzo por incluir la política, simplemente cantan sobre conflictos que les afectan (que nos afectan a la mayoría)".
Y antes César Estabiel resumió sin complicaciones su manera de hacer pop: "Con ilusión, mucho nervio, sin dictados estéticos y poca tontería".
Ni más ni menos. Ahora estas 12 canciones permiten de nuevo creer en una música que no salvará el mundo, aunque seguro que sí más de una noche. Ellos son Roberto Herreros, Malela (también Le Mot y ex de Nosoträsh) y Pepo Márquez (al que en otro sitio rebauticé como Pepo Hernández; espero que lo corrigieran).
Pero como no sólo de jueces vive el hombre, y como la justicia es una cosa lenta y a menudo incomprensible (hoy leo que una juez ha quitado la custodia de sus hijos a un hombre porque éste es cojo), aquí va un pequeño catálogo de autores (Grande-Marlaska es un grupo, pero una cosa lleva a la otra) con los que quitar las telarañas a un género que ha sufrido y todavía sufre mucho por obra y desgracia de unos pocos.
- El Hijo (Abel Hernández; ex Migala): su primer disco largo es "Las otras vidas", donde demuestra que es mucho más que una gran voz, descubriendo matices inéditos y con un lenguaje que le pone a años luz de la mayoría.
- Aroah (Irene R. Tremblay): en cada uno de sus tres discos ha dado una vuelta de tuerca a la intimidad, con una desarmante facilidad para la melodía. En todo caso, me quedo con el primero, de título genial, "No podemos ser amigos".
- Refree (Raúl Fernández): lo último suyo es "Els invertebrats", como siempre distinto y sacando brillo a la canción mediterránea, aunque todavía me falta cogerle el punto. Por lo menos no tanto como a "La matrona", que tiene la canción de cumpleaños más triste que conozco.
- Nacho Vegas: hay a quien le ha dado últimamente por decir que acabará siendo el Sabina del indie, pero eso es porque no han escuchado bien "Desaparezca aquí". No digo más para no aburrir al personal.
- Christina Rosenvinge: acaba de publicar un mini-lp con Nacho Vegas, "Un verano fatal", y con "Continental 62" ya dejó bien claro que ha vuelto para quedarse. Hace tres semanas redescubrí toda la belleza de "Días grandes de Teresa", de su época con subterráneos.
- Aroah (Irene R. Tremblay): en cada uno de sus tres discos ha dado una vuelta de tuerca a la intimidad, con una desarmante facilidad para la melodía. En todo caso, me quedo con el primero, de título genial, "No podemos ser amigos".
- Refree (Raúl Fernández): lo último suyo es "Els invertebrats", como siempre distinto y sacando brillo a la canción mediterránea, aunque todavía me falta cogerle el punto. Por lo menos no tanto como a "La matrona", que tiene la canción de cumpleaños más triste que conozco.
- Nacho Vegas: hay a quien le ha dado últimamente por decir que acabará siendo el Sabina del indie, pero eso es porque no han escuchado bien "Desaparezca aquí". No digo más para no aburrir al personal.
- Christina Rosenvinge: acaba de publicar un mini-lp con Nacho Vegas, "Un verano fatal", y con "Continental 62" ya dejó bien claro que ha vuelto para quedarse. Hace tres semanas redescubrí toda la belleza de "Días grandes de Teresa", de su época con subterráneos.
Me dejo unos cuantos: Antonio Luque (Sr. Chinarro), Xabel Vegas, Jabier Muguruza, Joan Miquel Oliver, Ainara LeGardon, Jonston, Juana Molina (al otro lado del charco), Ana Laan, trocitos de Bunbury, Martín Buscaglia ("El Evangelio según mi jardinero" es divertidísimo), algo de Quique González, The Secret Society (Pepo Márquez), pero para completar la lista de songwriters de aquí reservo a otros dos:
- Lluis Llach: éste sí que sabe de canción protesta, pero sobre todo de canción. Y tiene un disco del que no me canso, "Viatge a Ítaca", que contiene toda la épica y la lucha y el deseo y también el sentimiento más mínimo ("Fins el mai").
- Jorge Drexler: en otras circunstancias no estaría entre mis favoritos, pero sí me gustan algunas canciones y tiene una cosa que no tienen los demás, y es que es el primer tío que se ha venido con un Óscar a mi pueblo, San Lorenzo de El Escorial, y eso ya está bien, así que ganado se lo tiene.
- Jorge Drexler: en otras circunstancias no estaría entre mis favoritos, pero sí me gustan algunas canciones y tiene una cosa que no tienen los demás, y es que es el primer tío que se ha venido con un Óscar a mi pueblo, San Lorenzo de El Escorial, y eso ya está bien, así que ganado se lo tiene.
Hay otros, seguro, pero así ha quedado esto: demasiado serio, creo, aunque sin dogmas ni nada parecido (o eso intento). Y nada más: vuelvo al principio. Es el momento de hacer. Se finí.
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