Todavía está por venir su primer disco, pero Xabel Vegas y Las Uvas de la Ira se presentan en sociedad con un mini-lp, “Canciones sobre traiciones y mentiras” (Mushroom Pillow), que augura grandes cosas y que ya merece unas líneas. Y como esta tarde he hablado con él y la versión oficial sólo tendrá 30 por aquello de que donde manda patrón no manda marinero, aquí va la conversación (casi) íntegra, como punto final a una semana en donde me he despachado con unas voleas definitivas, he visto el musical “Jesucristo Superstar” -que es una manera como otra cualquiera de tirar 50 euros- y he comprobado de nuevo que me quedo con esta parte de la Sierra frente a Valdemoro. Bueno, que no me lío y aquí va la interviú, en rigurosa exclusiva para Vestir de Rojo.
¿Cuándo empieza a gestarse este proyecto?
En realidad ya llevaba varios años, probablemente desde el penúltimo disco de Manta Ray, “Estratexa”. Llevaba tiempo planteándome eso, haciendo canciones y muy interesado por la música también como expresión de emociones y experiencias, y con las canciones como elemento central. Y hace dos años decidí materializarlo creando una banda, Las uvas de la Ira.
¿Pero sigues también en Manta Ray?
Sí, sí, ahora mismo estamos un poco en stand-by, como los amplis, pero es un proyecto que sigue vivo. Tenemos un ritmo un poco más lento, porque todos estamos también en otros proyectos y con la cabeza en otras cosas, pero sigue existiendo y yo me considero uno más.
¿Cómo resulta ahora esta aventura respecto a la experiencia en el grupo?
Bueno, Manta Ray cubre una parte muy importante de mi interés por la música, que es la de entenderla como una experiencia colectiva, y como un lenguaje en el que trabajamos con el sonido como materia prima de manera un poco abstracta. Pero también hay otra parte que me interesa mucho, que es la más narrativa, con textos más centrales y personales, como vehículo de transmisión de sentimientos y experiencias.
¿Estás ahora más cerca de la tradición norteamericana, de Bob Dylan a Leonard Cohen?
Sí, siempre me interesó. Supongo que mi bagaje musical es sobre todo norteamericano. Me interesa gente actual como puede ser Will Oldham, Vic Chesnutt o Howe Gelb, y también clásicos como Leonard Cohen o Bob Dylan. Y también parte del folk norteamericano, gente como Woody Guthrie o Pete Seeger, e incluso el soul y el blues, pero casi más como expresión y como idea, la manera que tenían de expresar los sentimientos. Sé que no soy un bluesman, y no voy a ser fiel a ese estilo. Pero sí, mi bagaje musical está más cerca de Norteamérica que de Inglaterra.
¿Cuándo empieza a gestarse este proyecto?
En realidad ya llevaba varios años, probablemente desde el penúltimo disco de Manta Ray, “Estratexa”. Llevaba tiempo planteándome eso, haciendo canciones y muy interesado por la música también como expresión de emociones y experiencias, y con las canciones como elemento central. Y hace dos años decidí materializarlo creando una banda, Las uvas de la Ira.
¿Pero sigues también en Manta Ray?
Sí, sí, ahora mismo estamos un poco en stand-by, como los amplis, pero es un proyecto que sigue vivo. Tenemos un ritmo un poco más lento, porque todos estamos también en otros proyectos y con la cabeza en otras cosas, pero sigue existiendo y yo me considero uno más.
¿Cómo resulta ahora esta aventura respecto a la experiencia en el grupo?
Bueno, Manta Ray cubre una parte muy importante de mi interés por la música, que es la de entenderla como una experiencia colectiva, y como un lenguaje en el que trabajamos con el sonido como materia prima de manera un poco abstracta. Pero también hay otra parte que me interesa mucho, que es la más narrativa, con textos más centrales y personales, como vehículo de transmisión de sentimientos y experiencias.
¿Estás ahora más cerca de la tradición norteamericana, de Bob Dylan a Leonard Cohen?
Sí, siempre me interesó. Supongo que mi bagaje musical es sobre todo norteamericano. Me interesa gente actual como puede ser Will Oldham, Vic Chesnutt o Howe Gelb, y también clásicos como Leonard Cohen o Bob Dylan. Y también parte del folk norteamericano, gente como Woody Guthrie o Pete Seeger, e incluso el soul y el blues, pero casi más como expresión y como idea, la manera que tenían de expresar los sentimientos. Sé que no soy un bluesman, y no voy a ser fiel a ese estilo. Pero sí, mi bagaje musical está más cerca de Norteamérica que de Inglaterra.
Después de este primer mini-lp, ¿en qué fase está el disco?
Ayer mismo vine del estudio, en Gárate, de acabar las mezclas. Este mini-lp pretendía ser una especie de tarjeta de presentación del proyecto, con canciones muy diferentes entre sí, pero a la vez un poco conceptual, con la idea de las traiciones y mentiras. Pero esto debe servir como tarjeta de presentación para el lp, que es el trabajo que yo considero más importante, y que saldrá a finales de enero o principios de febrero.
¿Y funciona como carta de presentación o quedan muchas cosas por descubrir?
Quedan cosas por descubrir, pero creo que es buena tarjeta de presentación aunque sean canciones muy diferentes, como “La cena”, que es muy acústica, o “Nuestra sociedad secreta”, que es más eléctrica. Pero quizá era la primera vez que la banda entraba en el estudio y en el lp hay un trabajo más consciente de búsqueda de lenguaje propio. Aquí ya existe, pero quizá de manera más tenue.
¿Ha sido un cambio complicado pasar de la batería en Manta Ray al primer plano?
No. En primer lugar porque en Manta Ray nunca nos hemos considerado instrumentistas. Y en mi caso nunca me interesó demasiado la técnica instrumentista, y nunca fui buen instrumentista, ni con la batería, ni con la guitarra, ni cantando, ni nada. Y en el caso de manta ray nos gusta más considerarnos como compositores. Cuatro compositores que nos juntamos y de manera circunstancial uno toca la batería, aunque luego también pueda coger la guitarra o el bajo. Lo que sí me resultó, no difícil pero sí una experiencia muy nueva para mi, fue no tanto ponerme delante del escenario, sino empezar a cantar textos en castellano que salen un poco de las vísceras y que tienen para mí una importancia personal muy fuerte.
¿Hay mucho de autobiográfico en estas “Canciones sobre traiciones y mentiras”?
Sí, casi todo. Incluso las canciones que están escritas en tercera persona o que hablan de cosas aparentemente ajenas, siempre parten de la experiencia y trato de reflejarme un poco en esas historias. En este proyecto soy incapaz de escribir textos que no partan de la experiencia, aunque eso no quiere decir que todo lo que aparezca sea real o necesariamente autobiográfico.
¿Incluso en “La cena”, donde hablando de traiciones tiras por lo alto y vas a la traición de Judas?
Sí, quizá más oculta, porque es una historia que habla de un personaje como judas. Pero igual sí que hay algo de autobiográfico porque cuando me planteé hacer un disco sobre traiciones y mentiras me interesaba la experiencia de los seres humanos como gente traicionada, pero también la visión de quien traiciona, incluso a veces por necesidad. Y de hecho Judas, lejos de parecerme un ser detestable, me parece un personaje histórico con el que fácilmente me puedo identificar y con el que todos podemos hacerlo en algún momento de nuestra vida.
Resulta curioso, porque ahora hace 10 años publicabais un disco de Manta Ray con Corcobado en el que aparecía el otro protagonista de la historia, Jesucristo, en “Getsemaní”…
Sí, la banda sonora de “Jesucristo Superstar” me parece buenísima. Y a mí, aunque soy ateo y además bastante militante en ese sentido, siempre me ha interesado mucho la iconografía cristiana y especialmente los evangelios como herramienta para utilizar en mis canciones. Me parece que son muy evocadores y tienen mucha fuerza.
A pesar del tono serio y grave, también hay un cierto sentido del humor…
Sí, me interesa mucho. Soy consciente de que no hago música alegre y de que mis textos no son muy vitalistas, pero dentro de ese gusto por atender a las partes más oscuras del ser humano me interesa buscar cierta clase de ironía, aunque a veces sea un poco agria. Por ejemplo, me interesa Leonard Cohen, que aunque todo el mundo piensa en sus textos como muy tristes, yo creo que también están cargados de ironía.
Hablábamos antes de cantautores, pero en tu música hay mucho de rock, al menos formalmente…
Sí, de hecho la palabra cantautor no me gusta mucho. Yo suelo utilizar, aunque suene un poco pedante por ser una palabra anglosajona, el término songwriter, porque me parece que cantautor tiene unas connotaciones en nuestro país que en mi caso por lo menos me parecen bastante despectivas. Lo que sí tenía claro desde el primer momento es que no me gusta presentarme como el típico cantautor que defiende sus canciones con una guitarra acústica y su propia voz, porque suelo decir que para hacerlo de esa manera hay que tener dos características de las que yo carezco. Hay que tener una buena dosis de valor y hay que gustarse mucho a sí mismo. Y yo ni lo uno ni lo otro: soy más bien cobarde y me gusto poco, así que desde el principio tenía claro que quería que fuese un proyecto de rock y que no se hablara tanto de mí como un cantautor, sino como un escritor de canciones de rock. Me interesa más Bob Dylan cuando coge una guitarra eléctrica que sus primeros discos, que eran más acústicos.
Supongo que eso pesa de alguna manera a la hora de componer…
Sí, lo que pasa es que las canciones las compongo sólo con una acústica, pero sí tengo presente la idea de introducir la electricidad y de tener una banda detrás apoyándome. Aunque tampoco descarto hacer canciones e incluso algún concierto en acústico, no reniego de ello.
¿Las referencias literarias, empezando por el nombre de la banda, son fundamentales?
Sí, sí que son importantes. En el caso de “Las Uvas de la Ira”, es una novela que me marcó mucho. En general toda la obra de Steinbeck. No sólo por la manera en que está escrita, sino porque cuenta una historia que desgraciadamente sigue siendo muy actual, la de la gente que tiene que dejar su tierra e irse a un lugar que le es hostil y le hace daño. Y después hay referencias literarias en algún caso de manera más explícita, porque ya te digo que en este proyecto la escritura de textos es un elemento central y tiene un papel casi protagonista. Y en eso me influye tanto la música que escucho como las cosas que leo.
¿Cuéntas con la alargada sombra de las comparaciones con tu hermano Nacho?
Bueno, es inevitable. Cuando empecé con este proyecto tenía claro que iba a haber comparaciones, y también tenía claro que no voy a luchar contra ellas ni a enfadarme, porque me parece una pérdida de tiempo. Es cierto que los dos estamos haciendo rock de autor y que tenemos referencias o una cultura musical parecida, pero a los dos nos interesan cosas distintas en la manera de escribir y contar historias, de relatar nuestras propias experiencias y también en la manera de ambientarlas con la banda. A Nacho le veo más como hermano que como músico, y de hecho creo que sólo tengo su primer disco realmente escuchado. No por nada, sino porque no se dio la circunstancia de escuchar un disco suyo entero, pero ahora mismo no está nada presente en mí a la hora de hacer canciones. Pero sé que es inevitable que exista la comparación, aunque eso me perjudique más que otra cosa, aunque soy consciente de que a veces incluso nuestro timbre de voz se parece, pero nos interesan cosas muy diferentes a la hora de escribir canciones.
¿Tienes ya título para el álbum?
No, y es algo en lo que llevo pensando varias semanas y que tengo que dar ya.
(Para el próximo post me prometo a mí mismo escapar de la música, hablar del musical y también de alguna traición, pero eso tendrá que esperar...).
1 comentario:
me gustó,,,la verdad es que la música no es lo mío,,,,pero leer sobre ella siempre lo será..
si,,,me gusto y quedo atenta a la amenaza de tus próximos relatos,,,
un beso
Soledad
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